jueves, 17 de noviembre de 2011

Capítulo 8#

Tic, tac, tic, tac.
Los segundos parecen años. La aguja apenas se desplaza. Da la impresión de que pasa una eternidad antes de que dé una vuelta completa al reloj. La clase se me está haciendo eterna. ¿Qué me importa a mí la Revolución Francesa, cuando Jack está a punto de decirme algo importante?
Le miro con atención. Oins, qué guapo es. Parece un ángel. No, es aún mejor que un ángel, es real.
Y pienso en lo que podría haber pasado si el idiota de David no hubiera venido a casa. Probablemente Jack y yo hubiéramos estudiado, casi seguro, pero existe una remota posibilidad de que…bueno, en fin, de que hubiera pasado algo.
Y por fin termina mi sufrimiento. Suena la campana y llega el recreo.
No me atrevo a mirarle a los ojos. Me siento sucia por dentro, aunque no sé por qué. Se está acercando.
-       ¡Eh, Vera, espera! Quiero decirte una cosa muy importante.
-       Emm…vale. Vamos al patio.
Sé que estoy dejando a Diana de lado, pero bueno, que se vaya con Iván en el recreo y punto.
Caminamos sin rumbo fijo, los dos en silencio, uno al lado del otro, hasta que llegamos a un banco que nos parece el sitio adecuado para entablar conversación. Nos sentamos y Jack me mira con sus ojos color mar, cielo, color angelical…me quedo embobada mirando lo perfecto que es.
-       Eh…-carraspea, como si intentara llamar mi atención.
-       Bueno, ¿qué es eso tan importante que querías decirme?
-       Verás. Lo que pasa es que, bueno, ya te dije en un privado que tú me gustas mucho, desde el momento en el que te vi. Y al parecer yo también te gusto a ti…y bueno, quería decirte que aunque parece el perfecto cuento de hadas, no lo es. No podemos estar juntos.
El mundo se derrumba en un instante. No comprendo nada. ¿Cómo que no podemos estar juntos? Siento que las lágrimas van a inundar mis ojos de un momento a otro. Le doy la espalda para que no me vea llorar. Tengo que ser fuerte. Siento una opresión en el pecho, como si el corazón me fuera a estallar de puro dolor.
-       Pero, ¿por qué?- son las únicas palabras que logro decir, con la voz quebrada.
-       Es que… tengo novia.
Pum. Ahora sí que muero. ¿Desde cuándo tiene novia? ¿Por qué no me lo ha dicho? ¿Por qué me ha hecho tener falsas esperanzas? Le odio. Le odio a muerte.
-       ¿Quién? ¿Desde cuándo?- no consigo contener el llanto, y rompo a llorar.
-       No llores, Vera. Ella es…bueno, estoy con ella desde hace un año. Ella vive en Chicago, pero pongo el Skype cada noche y hablo con ella. La quiero, de veras.
No me lo restriegues por la cara, gilipollas. Me has hecho caer en tu absurda trampa, me has hecho pensar que me querías. Y me has hecho daño.
-       ¡Que te follen, cabrón!- me voy corriendo. Sólo quiero huir, escapar lejos de Jack, del instituto y del mundo, y llorar. Llorar hasta quedarme sin lágrimas, porque es tan grande el dolor que siento que no encuentro manera de calmarlo.
-       ¡Vera, espera!
No le hago caso.
Me voy al baño. Lloro el resto del recreo. Después tengo mates. Me encuentro con Diana en clase. Me observa, cautelosa. Nota que he estado llorando.
-       ¿Quieres hablar?
La verdad es que no quiero hablar con nadie, prefiero amargarme yo sola. Pero ella es mi amiga y siempre ha estado ahí cuando lo necesito. Y ahora necesito que esté ahí, apoyarme en ella.
-       Jack tiene novia.
-       ¡¿Qué?! Qué cabrón, ¿por qué no te lo ha dicho antes? No entiendo nada.
-       Al parecer vive en Chicago, llevan juntos un año. Y la quiere…- vuelvo a llorar, sin poder remediarlo- la quiere.- son palabras que duelen simplemente con decirlas.
-       Lo siento. Bueno, acabarás por conquistarle y acabará dejando a la otra, ya verás.- me abraza, y me siento mejor, mucho mejor. Somos amigas y eso no lo cambia ningún chico del mundo.
Diana cambia la cara; ya no es de comprensión. Ahora es de estar a punto de llorar.
-       ¿Qué te pasa, cielo?- le digo. Presiento que ahora soy yo la que va a tener que consolarla a ella. La abrazo con todas mis fuerzas, tan fuerte que somos como una sola persona.
-       Pues…- rompe a llorar desconsoladamente.
-       Tranquila, Di. Puedes contármelo, tranquilízate, ¿quieres? Seguro que no es tan malo.
-       Iván y yo lo hemos dejado.
Ay mi madre. La pareja perfecta. La pareja que todo el instituto pensaba que iba a durar para siempre.
A Diana se le acaba de romper el corazón en pedazos.

1 comentario:

  1. me encanta te dejo aki mi pagina por si te quieres pasar a leer la mia


    http://smilehappyfunny.blogspot.com/2011_11_01_archive.html

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