viernes, 11 de noviembre de 2011

Capítulo 6#


Me desperté de repente en una habitación completamente a oscuras. Tan sólo entraba luz de una farola solitaria a través de los barrotes de una minúscula ventana. Unas cuerdas me amordazaban las manos a la espalda. Las piernas también estaban atadas. Mi boca la sellaba un trozo de cinta aislante. Estaba sentada en una silla bastante incómoda, por cierto.
“Dios mío, ¿qué hago aquí?”
De repente, una puerta en la que ni me había fijado se abrió y apareció un tipo encapuchado. Me resultaba vagamente familiar…no recuerdo cuándo ni dónde lo había visto. Intenté hacer memoria, pero fue en vano.
Los ojos azules.
En ese momento lo recordé todo. La persecución, el encapuchado, los ojos fríos como el hielo en mi espalda. Era el chico que me había encerrado, que me tenía atada, sumisa.
-       ¿Quién eres? ¿Qué hago aquí?
Él no contestó. Sólo esbozó una leve sonrisa que mostró su dentadura perfecta y reluciente en la oscuridad del cuarto.
Comenzó a desatarme las cuerdas que me retenían en la silla.
No quitaba esa radiante sonrisa de la cara.
Me puso en pie. Yo suponía que venía a sacarme de aquel antro.
Me tomó en brazos. Su cuerpo era duro, pero muy confortable. Me sentía a gusto con él. Era extraño, lo sé.
De repente vislumbré el brillo metálico de un cuchillo bastante grande en su bolsillo. Un escalofrío me recorrió la espalda hasta el cuello.
La aguja se clavó en mi cuello, como un picotazo de abeja, causándome una milésima de segundo de dolor…y confusión…
“¿Dónde estoy?”

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